Luces de Asimilación
En general, la iluminación artificial es muy empleada en países con niveles bajos de radiación solar, donde no siempre hay suficiente luz para el buen crecimiento vegetativo.
La luz es un factor limitante en la producción hortícola y de planta ornamental, por lo que el empleo de luces artificiales en los invernaderos es habitual cuando se busca aumentar la tasa de fotosíntesis en los meses invernales o cuando se pretende incrementar la duración del día para facilitar o inhibir el desarrollo floral según las necesidades de la producción.
Para conseguir estos fines existen diferentes tipos de lámparas, cada una de ellas caracterizada por tener una particular composición espectral, si bien en la actualidad se está optando por sustituir las luces tradicionales (de vapor de mercurio, fluorescentes o de sodio de alta presión) por luces tipo LED, ya que éstos son más económicos y permiten seleccionar las longitudes de onda más adecuadas para la planta.
Poder determinar las longitudes de onda que son esenciales para causar un determinado efecto (por ejemplo, la luz roja e infrarroja es importante para estimular la floración, mientras que la luz azul regula la apertura de estomas, la orientación hacia la luz y la inhibición de la emergencia de las plántulas) es esencial a la hora de diseñar el sistema de iluminación más adecuado para cada cultivo. En este sentido, las luces LED tienen muchas ventajas sobre los sistemas de iluminación más convencionales:
- Emiten una proporción de radiación en los ámbitos rojo y azul (las longitudes de onda usadas en la fotosíntesis) superior a la de cualquier otra luz artificial, pudiendo ajustarse el balance de las mismas para manipular las distintas fases de desarrollo de los cultivos.
- Son más eficientes en el uso de la energía, por lo que se reducen significativamente los gastos en electricidad.
- Son más resistentes, su tamaño es más reducido y su vida útil más larga.